Le llaman “el preciado líquido”. Cada botella tamaño personal cuesta dos mil pesos; una bolsa de cinco litros, dos mil quinientos; mil litros para depositar en la alberca, treinta mil; un carro – tanque, ciento ochenta, y hasta doscientos cincuenta mil pesos. Antes cualquiera regalaba un vaso de agua fresca, recién sacado de la tinaja o del termo de la lonchera del colegio, ahora lo venden, y hasta sin licencia de INVIMA, y para colmo de males, la poquita agua que llega a las casas (si es que llega), la gente la menciona con palabras groseras.
Ciertamente la falta de agua en Santa Marta es común denominador. Antes llegaba una pequeña ración al Centro Histórico, ahora en este sector no es el “preciado líquido”, sino el “escaseado líquido”. Pues sus moradores están preocupados por la falta de agua, que en ocasiones dura hasta 15 días para llegar. Con las albercas completamente vacías, la población se empieza a alertar, aún conviven con el Covid -19 y el agua es fundamental para evitar la propagación, porque ya sabemos que una buena asepsia a las superficies y el correcto lavado de manos son fundamentales.