Hermanos, reciban mi saludo cordial en este día.
Caminamos con nuestro pueblo y acompañamos su sufrimiento ante el dolor por la muerte de los seres queridos. Queremos alumbrar su corazón con la inquebrantable esperanza que nace de la Pascua de Jesucristo.
Aprendemos, con los que ya partieron de este mundo al encuentro con el Padre, que esta vida es un camino hacia la plenitud del Amor de Dios y, en consecuencia, asumimos el compromiso diario de vivir guiados por la lucidez de la fe, urgidos por la sensatez del amor recíproco y animados por la entrega confiada al Padre.
Que nuestra palabra hoy sea consoladora porque comunica la cercanía del Padre, cultivada en la oración y vivida desde la caridad pastoral de Cristo.
«Al final del camino me dirán: – ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres»
(Pedro Casaldáliga)
Fraternalmente,
- José Mario, cjm