Eduardo José Castañeda, un hombre apasionado por la cocina, repostería y el medio ambiente. Se considera animalista y enamorado de la docencia. Su ejemplo y vocación ha sido la sazón y la sal para la vida de muchos jóvenes que han compartido aula con él.
Lleva 15 años cambiando la vida de los adolescentes del proyecto de la Fundación Educación Futuro, “empecé como ayudante de panadería, pero la misma vida te lleva hacer las cosas que a ti te gusta”. Cuando menos lo pensó, lo citaron para dar clases de cocina a unos jóvenes que se han visto envueltos en drogas, alcoholismo, delitos y carencias afectivas, “esos niños me demostraron que querían dar lo mejor de sí. Allí exploré el mundo de la enseñanza y despertó el amor de ser docente.” Aseguro Eduardo José.
A sus 54 años se siente más vivo que nunca, recorre Santa Marta en su bicicleta negra, como la de Carlos Vives. En sus muñecas porta manillas tejidas de colores, y su rostro expresa la tenacidad y amor con el que acompañó a su esposa, sobreviviente de cáncer de Útero.
Si mencionamos a su hija Camila Castañeda, los ojos se le iluminan, es el caramelo que endulza su vida. Gracias a ella, su comportamiento acelerado del día a día cambió. La dedicación y afecto que les brinda a los jóvenes de Educación Futuro, es resultado de amor paternal que Camila generó en él, “un consejo muy práctico y sencillo es: Amen a su familia y luchen por ella». Esa recomendación es como el arroz, aunque es sencillo de decirlo, ponerlo en práctica cuesta, no a todos le queda el arroz voladito y con cucayo.
Agradece al Cienaguero Jorge Olivero, porque gracias a él, aprendió de repostería. Y a todos sus fieles amigos que lo han acompañado en este camino.
