A cuántos de los oyentes les gusta los jugos de zapote, mango, níspero, lulo, guayaba y aún el famoso milo en leche acompañado de deditos de queso o buñuelo, sin importar si es para desayunar, merendar o cenar, siempre es un buen momento de degustar estos sabores que cautivan a propios y turistas en la plazoleta de jugos del camellón de la Bahía, mientras observamos la majestuosidad del inmenso mar.
Más de 10 módulos fueron construidos en el costado norte del Camellón de la Bahía por el Distrito para la venta de jugos y fritos, al ser reubicados de la calle 16 del centro, a este nuevo punto que es zona turística e industrial a pocos minutos del puerto de Santa Marta.
Los jugos se convirtieron en una tradición de la cultura samaria; el solo hecho de sentarse a disfrutar de un buen jugo, es recargarse de vida y continuar el recorrido. Por otro lado, su venta es el oficio y sustento de muchas familias que dependen económicamente de este negocio; detrás de cada sorbo de jugo hay una historia por contar de satisfacción, y detrás de cada módulo hay historias de vidas que representan el empuje y el ánimo de seguir adelante pese a que sus ventas son inestables.
Aunque cuentan con espacios seguros, modernos e incluyentes para ofrecer sus productos, la transición de reubicación afecta sus ventas, anteriormente estaban en el corazón de Santa Marta y ahora se sienten alejados, en consecuencia, sus ventas han disminuido, “ahora el 24 de diciembre muy poca gente recorrió este sector” asegura la trabajadora Liliana Navarro, así mismo lo confirma el juguero Alfonso Jiménez, “antes se vendía mucho porque estábamos en el centro y es más afluencia de gente, aquí solo vienen en carro o los viajeros, de resto es solo”.