La solemnidad de la Inmaculada Concepción de María nos invita a ser puros, transparentes y principalmente coherentes en todo. Significa cumplir la voluntad de Dios en el mundo político, financiero, en la vida de pareja, en lo académico y demás ambientes en los cuales nos movamos.
Pues María es limpia de pecado, incluso desde su concepción. A esto le llamamos dogma, en cuanto que es una verdad revelada a la Iglesia, y aunque ella siempre ha sido considerada Inmaculada, fue el 8 de diciembre de 1854, cuando el Papa Pío IX promulga dicha verdad de fe.
¡Ave María purisima… sin pecado original concebida!