Dirijo un saludo cercano, respetuoso y lleno de admiración a las mujeres samarias y magdalenenses hoy 8 de marzo, Día de la Mujer. La institución de este día es un punto de inflexión importante en el camino de la maduración en la sociedad a cerca del reconocimiento de la presencia de la mujer en la historia de la humanidad y en la vida de la iglesia. Digo reconocimiento, no porque sea una concesión nuestra, de la sociedad y de la iglesia a la mujer, porque las mujeres son valiosas por sí mismas, pero digo reconocimiento, porque es necesario aceptar que en la historia de la sociedad y de la iglesia, las mujeres por su condición han sido objeto de marginación, menosprecio e injusticias.
De modo que hoy la sociedad recuerda a las mujeres y su indiscutible contribución en la historia, y la Iglesia junto con la sociedad expresa admiración, alegría y respeto por las mujeres que han contribuido a nuestra formación, en la familia, el colegio, la universidad, que han favorecido nuestra maduración personal, por su modo característico de ser, de ver la vida, de vivir la existencia y por su contribución al crecimiento de la región y el país.
Hay muchas lideresas en varios ámbitos de la vida y de la sociedad, que son pieza fundamental en la construcción de nuestra región y del país. Sin embargo, aún muchas mujeres de nuestro entorno son objeto de desprecio machista y cruel violencia. En las cifras de muerte en Santa Marta y de la región, los feminicidios son todavía una presencia dolorosa e inaceptable. Herir a una mujer, nos recuerda el Papa Francisco; es una grave ofensa a Dios. Además, un mundo que excluye a la mujer de los procesos creativos, se empobrece, se vuelve estéril y se cierra a la vida.
Por tanto, también al celebrar este día y llenarnos de alegría al saludar a las mujeres, renueva un compromiso de sociedad y de Iglesia ante la mujer, ante toda mujer. Cuidemos a nuestras mujeres, aprendamos a ser colaboradores suyos, ellas están a nuestro lado, no como un auxilio, sino como personas de igual dignidad, que contribuyen a nuestro crecimiento, y al crecimiento de la sociedad.
Escuchemos siempre con atención, con cariño, su dulce voz y su firme voz ante los desafíos de la vida. Dejémonos desafiar por su inteligencia creativa, y por su modo de ver la vida. Que el Señor bendiga a todas las mujeres, desde la Iglesia también en actitud autocrítica, reconocemos que todavía ella debe tener entre nosotros un espacio mucho mas decisivo, una palabra mucho mas fuerte, de autoridad, que nuestra Iglesia en Santa Marta y el Magdalena, den pasos consistentes al respecto, para que nuestra voz en la sociedad también en relación con la mujer, sea cada vez más creíble y recibida de manera seria y responsable.
Feliz día de la mujer a todas las mujeres, que el Señor las bendiga y las acompañe, y hoy llene su corazón de alegría y de gratitud, porque el Señor las ha hecho mujeres.