¡Qué tristeza escribir este titular! Pero es la cruda realidad: “Muerto que nadie llora”.
Eso le pasa a Harold Noguera, un joven de 21 años, que ingresó el 23 de junio a la Clínica La Castellana. Allí el cuerpo médico auxilia a habitantes en estado vulnerable y algunos llegan a su último suspiro.
Casi siempre los pacientes llegan solos a urgencia. Así llegó Harold, consciente, con desnutrición y VIH.
El 25 de junio falleció en la madrugada. Cuando entró, dio el número telefónico de Gloria, una presunta “tía”, quien asegura que sus padres lo abandonaron y ella lo acogió, aclarando que no tienen vínculo de consanguineidad.
Al ser habitante de calle, el área de trabajo social, lo reporta a la oficina de Acción Social, apoderada de las gestiones ante la Alcaldía, quien autoriza cremación del cuerpo. Allí hubo respuesta tardía, que se conoció el martes 28 de junio, solicitando autorización de un familiar, con primer grado de consanguineidad que autorizara la cremación.
La líder de hospitalización de la Castellana, Edavis María Sevilla Herrera, al ver negligencia de Acción Social y Población Vulnerable, se comunicó con Secretaría de Salud, apersonándose del caso de manera inmediata. “Acción Social es encargada del proceso y no la Empresa Social del Estado (ESE). Nosotros no tramitamos estos casos, para eso están ellos. A pesar de que nosotros comunicamos y la trabajadora social hizo lo pertinente, la Oficina de Población Vulnerable fue poco diligente con la situación”, aseguró Sevilla.
Debido a que la supuesta tía Gloria no es consanguínea, se hizo un extrajuicio. Ayer a las 5: 00 p.m. realizaron la expedición para que la funeraria recogiera el cuerpo, lo cual sucedió hoy en la mañana. Durante esto días, Harold estuvo en el cuarto transitorio de cadáver.
Esta es la otra cara de los centros hospitalarios y de funcionarios que atienden a los pacientes. No es el primer caso que se presenta con habitantes de calle o adultos mayores, sin acudiente para atención médica. La Oficina de Población Vulnerable hace lo adecuado en la búsqueda de familiares y apoyo social. Algunos requieren pañales, suplementos nutricionales o auxilio funerario cuando mueren. La IPS asume gastos y costos de esta población olvidada, brindándoles estancia hospitalaria prolongada porque muchos no pueden volver a la calle por condición crítica y carecen de hogares. Conozca la otra cara de las personas que le ponen el alma a los muertos que nadie llora y adultos que nadie recuerda.