“Jesucristo ha resucitado.
En verdad, ha resucitado. Aleluya”
(Lc. 24, 34 )
Ayer, 20 de abril, celebramos la solemnidad de la Pascua del Señor, culmen del gran Triduo Pascual de su muerte, sepultura y resurrección. Y hoy, lunes de la Octava de Pascua, amanecemos con la noticia de la muerte del Papa Francisco ¡Un signo providencial!
Ayer mismo, en su mensaje a la ciudad y al mundo, nos decía: “¡Cristo ha resucitado! En este anuncio está contenido todo el sentido de nuestra existencia, que no está hecha para la muerte, sino para la vida! ¡La Pascua es la fiesta de la vida! ¡Dios nos ha creado para la vida y quiere que la humanidad resucite! A sus ojos toda vida es preciosa, tanto la del niño en el vientre de su madre, como la del anciano o la del enfermo, considerados en un número creciente de países como personas a descartar”.
Apoyados en la certeza pascual de este mensaje, podemos decir: ¡Papa Francisco, has resucitado, has entrado en la Vida!
Hace hoy exactamente dos años, un grupo de obispos colombianos tuvimos la entrevista privada con el Papa Francisco al término de la visita ad limina apostolorum. En esa ocasión, nos animó a vivir a fondo la misión confiada, en el servicio al Santo Pueblo Fiel de Dios.
Después de ese encuentro en el 2023, el año pasado tuve la ocasión de volver a encontrarlo. Le dije que nuestra ciudad de Santa Marta este año cumpliría 500 años de fundación y que 8 años después, en el 2033, la Diócesis alcanzaría también el medio siglo de existencia. Él, con el sentido del humor que lo caracterizaba, me dijo: “Me apunto para el 33”.
Cito estas dos anécdotas para destacar el perfil humano y espiritual del Papa Francisco: un hombre de corazón universal, un seguidor de Jesucristo, un hijo de la Iglesia.
Una vida tan singular nos ha dejado un legado bello y exigente, un testimonio provocador y estimulante, un ministerio fecundo e inspirador.
Luego de su gran esfuerzo de los últimos días por estar junto al Pueblo de Dios en la celebración del Triduo de la Pascua, ha sido llamado a la Casa del Padre. Ha celebrado la Pascua definitiva para morir con Cristo y resucitar con Él. Hoy lloramos su partida, pero elevamos también una oración de gratitud por su vida y su extraordinario ministerio. El Papa Francisco ha sido un testigo de Cristo. Su palabra ha despertado nuestra conciencia adormecida, nos ha movido de cierto letargo comodista y nos ha invitado constantemente a vivir la fe en Cristo con radicalidad y entrega.
Él siempre fue claro al respecto del origen de sus iniciativas apostólicas: sus palabras y sus actos brotaban del compromiso con Cristo y con su Evangelio en Iglesia. Su vida ha sido puro evangelio vivido.
Que el Señor, al que sirvió con generosidad y humildad, lo reciba ahora con la ternura con la que él se acercó a todos. Y que nosotros, al orar por él, le recordemos con la gratitud de quienes hemos tenido la gracia de contar con un pastor bueno, uno con olor a oveja, que ha sabido caminar con su pueblo.
Durante esta semana estaré en Israel en una convivencia de obispos organizada por el Camino Neocatecumenal. Pido, por tanto, a los sacerdotes del clero de Santa Marta que celebren durante esta semana de la Octava de Pascua misas en sufragio por el Papa Francisco. Cuando esa sea la intención de la misa, se utiliza el color rojo en los ornamentos litúrgicos.
En todas las celebraciones litúrgicas, especialmente en la eucaristía, se recomienda comunicar esta noticia con sobriedad, fe y oración, confiando la vida del Papa Francisco al amor misericordioso de Dios.
Durante el tiempo de Sede vacante, en la plegaria eucarística, se omite el nombre del Papa, y, en su lugar, se dice:
“Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra, y con el colegio episcopal, con nuestro obispo, José Mario, y todos los pastores que cuidan de tu pueblo…” Una fórmula similar habrá que adaptar según la respectiva plegaria eucarística.
Oremos con fervor por el eterno descanso del Papa Francisco y por la Iglesia que, ahora, entra en tiempo de espera y discernimiento para la elección del nuevo Sucesor de san Pedro.
Si lo consideran oportuno, se puede colocar a media asta la bandera del Estado Vaticano y a las 6:00 p.m. en todas las Iglesias se pueden tocar las campanas.
“El Señor nos dice que estemos preparados para el encuentro, la muerte es un encuentro: es Él quien viene a encontrarnos, es Él quien viene a tomarnos de la mano y llevarnos con Él” Papa Francisco
Unidos en la oración,
