A partir de las enseñanzas y directrices de nuestro obispo, Monseñor José Mario Bacci Trespalacios, proponemos esta meditación. El señor obispo nos ha presentado tres etapas previas al Plan Diocesano de Pastoral: Escucha, Discernimiento y Decisión. A partir de este camino sinodal diocesano, queremos meditar las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. Queremos que, a la luz de estas manifestaciones de Jesús antes de su muerte redentora por nosotros, podamos iluminar nuestra realidad diocesana para emprender este camino pastoral de cara a la celebración de los 500 años de evangelización (2025) y de los 500 años de nuestra Diócesis (2033).
1. Primera Palabra: “Padre, perdónalos, porque no Saben lo que hacen” (Lc.23, 34)
“Abbá, Padre”. Así empieza Jesús sus Siete Palabras en la Cruz. No son simples palabras. Estas expresiones se inspiran en la misma Palabra de Dios, en las Escrituras Santas. Nos ayudan a entender la relación estrecha entre Jesús y su Padre. Por eso, lo llama “Padre”, o más exactamente, abbá, es decir, papi, papito, según la más adecuada traducción del hebreo a nuestra lengua.
Jesús sabe que su “Padre” o “Papito” lo escucha, y es precisamente desde esa actitud de escucha, que podemos avanzar en el perdón que necesitamos en nuestros ambientes parroquiales, familiares, laborales y barriales, para vivir el perdón que nos distingue como verdaderos cristianos. Pues, si no aprendemos a escuchar al hermano, será imposible perdonarlo.
2. Segunda Palabra: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc.23,43)
El Plan Diocesano Pastoral, que estamos construyendo sinodalmente, debe hacernos entender que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; así, si por el pecado reinó la muerte, también reinará la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo, nuestro Señor” (Rm 5,12-21).
Con este Plan, Monseñor José Mario nos muestra un camino que nos lleva al Paraíso que Dios, en su infinito amor, tiene para nosotros en la Diócesis de Santa Marta, mientras peregrinamos en la historia; y en la plenitud de la vida eterna cuando seremos todo en Él. Para conseguir este paraíso debemos recorrer un camino de misión y evangelización, de anuncio de la Persona de Jesucristo, que algunas veces aparece fácil y en ocasiones se muestra difícil, lleno de cruces y lleno de vida nueva resucitada. Pues, la Cruz, realmente, es parte importante en la Historia de la Salvación.
3. Tercera Palabra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre” (Jn. 19, 26)
En la historia de la Diócesis de Santa Marta siempre hemos contado con la presencia y la ayuda de la Santísima Virgen María. A la Inmaculada Concepción la llamamos nuestra capitana y protectora. Nuestros primeros evangelizadores nos enseñaron a amarla y a llegar a Jesús a través de ella. Recordemos que “María es el camino más perfecto para llegar a Jesús”, así lo dijo San Luis María Grignon de Monfort.
Ahora estamos llamados, de cara a la celebración de los 500 años de evangelización (2025), a recuperar algunos valores del Evangelio que ella encarna y que ella nos enseña: obediencia, fidelidad, unidad y a mantener su presencia amorosa en nuestras parroquias, delegaciones de pastoral, empresas y familias.
4. Cuarta Palabra: “Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?”
En el camino pastoral que recorren nuestros sacerdotes, catequistas y demás agentes de evangelización es común encontrar personas que se sienten abandonadas por el Estado, las instituciones o sus familias y a veces manifiestan sentirse abandonadas por el mismo Dios.
Monseñor José Mario nos ha dicho varias veces que la Iglesia hace presencia donde muchas instituciones no llegan; está presente en territorios lejanos y abandonados, a través de catequistas, religiosas y sacerdotes. En estos casos procuramos acompañarlos y hacer sentir la voz esperanzadora del Señor y esperamos con el próximo Plan Diocesano Pastoral llegar a todos y ayudarles a “estar con el Señor para luego ser enviados” (Mc. 3, 14).
5. Quinta Palabra: “Tengo sed” (Jn. 19, 28)
Nuestro obispo, sus sacerdotes, agentes de pastoral y laicos en general tenemos sed de conversión pastoral. Esto implica la conciencia de que como creyentes estamos ungidos con la gracia del Espíritu Santo para tener parroquias evangelizadas y evangelizadoras. En este sentido, es importantes escuchar para discernir sobre el camino pastoral que hemos de seguir.
Esperemos entonces con alegría y obediencia el Plan Diocesano de Pastoral, que traerá la gran noticia del amor de Dios para todos, incluyendo a los alejados y la reafirmación del mensaje de la Buena Nueva para los que ya están comprometidos en los distintos espacios eclesiales.
6. Sexta Palabra: “Todo está cumplido” (Jn. 19, 30)
Cada uno de nosotros, con su estilo y estado debe cumplir la tarea de evangelizar. Significa mostrar a Jesús con la propia vida. El sacerdote, a partir de su pastoreo; el laico, desde el testimonio y la propia santificación en medio de las realidades terrenas; como padre o madre de familia, estudiante, abogado, comerciante, deportista, médico, etc., viviendo la respectiva misión bajo la inspiración del Señor y su Evangelio.
Lo importante es que en nuestra realidad tengamos en cuenta el ejemplo de Jesús: “Yo he bajado del cielo para hacer, no mi voluntad, sino la del que me ha enviado” (Jn. 6, 38); y “no he venido a ser servido, sino a servir. Y a dar la vida en rescate por muchos” (Mc 10, 45)
7. Séptima Palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu” (Lc. 23, 46)
Última Palabra de Jesús en la Cruz. La más amorosa y la más esperanzadora. Una expresión que supone para nosotros en la Diócesis de Santa Marta, que el camino recorrido y que nos proponemos a seguir recorriendo, no depende sólo de nosotros. Es un Plan que está en manos de Dios, pero esforcémonos para que este camino llegue a feliz cumplimiento.
Imitemos el ejemplo de Jesús, quien entregó su Espíritu al Padre. Así tiene la certeza de que la muerte no es el final, es sólo un paso definitivo para la Resurrección; por ello muramos nosotros también al pecado para resucitar con Él, y ojalá que en la Noche de la Vigilia Pascual todos cantemos en honor de la Victoria de Cristo, que es también nuestro triunfo en la fe, desde la Escucha, el Discernimiento y la Decisión.