Este domingo 29 de octubre la vida de nuestros territorios puede cambiar. ¿Suena un tanto exagerada esta afirmación? Posiblemente sí, porque las dinámicas de transformación social no suceden de un día para otro. Sin embargo, también es cierto que una buena elección hoy puede poner en marcha procesos de cambio, en el futuro, que mejoren nuestras condiciones de vida y abran nuevos horizontes para nuestros empobrecidos territorios.
He completado un año y 9 meses de estar en Santa Marta en estos nuevos servicios que me ha pedido la Iglesia: ser obispo de esta diócesis casi cinco veces centenaria y administrador apostólico de la diócesis de El Banco. Este envío misionero me ha dado la oportunidad de ir al encuentro de los habitantes de este bello territorio y disfrutar sus hermosos paisajes ¡El Magdalena es un departamento con grandes posibilidades!
Estos desplazamientos me han puesto de frente a las agobiantes situaciones que padecen muchos de nuestros hermanos dispersos por las diversas regiones de nuestro departamento. Las vías intermedias son un desastre, la educación de las nuevas generaciones deja graves lagunas en los estudiantes, la inversión social es selectiva y guiada por intereses de grupo, algunas autoridades locales ni siquiera viven en sus municipios, la violencia está presente en cada esquina como una sombra amenazante que todo lo controla. Y si estos problemas pueden tener raíz en el desempeño de algunas autoridades regionales, no podemos dejar pasar por alto, de otra parte, nuestra responsabilidad: no hay cultura ciudadana, el irrespeto a las normas básicas de la convivencia nos retratan como una población sin empatía, sin sentido de pertenencia, sin valores altruistas. Cada ciudadano parece estar concentrado en sí mismo y el mínimo pacto social de buena convivencia parece ser un concepto que no interesa a ninguno. La suma de estos factores complica aún más las cosas y a veces parece negarnos el derecho a la esperanza.
Así que, al momento de votar el próximo domingo, debemos obrar con sentido de responsabilidad. Los Obispos de Colombia en reciente Mensaje dirigieron esta invitación a todos los electores: “Exhortamos a todos los electores a participar en los próximos comicios regionales con conciencia y pensando en el bien de todos, como una apuesta determinante en la búsqueda de caminos que ayuden a superar las realidades difíciles que atraviesa la Nación”.
En la vida, elegir, siempre trae consecuencias. Nuestra situación personal no es una imposición arbitraria del destino, sino consecuencia de nuestras opciones y decisiones. Así mismo sucede con la suerte de los pueblos. Si sus líderes se guían por un trabajo honesto, reflejan capacidad de gerencia, concretan su inspiración en una cautivante visión de futuro y actúan movidos por un genuino deseo de servicio, entonces, nuestro acierto al votar generará una nueva cultura política. Caminar en esta dirección es una obligación de nuestros territorios si queremos superar el círculo vicioso de elecciones irresponsables que acaban condenándonos a años de corrupción e incompetencia.
¡Acabar la corrupción y la incompetencia! Esta idea fija debe acompañar nuestra reflexión previa al ejercicio de nuestro derecho al sufragio.
«A quienes resultarán elegidos, los invitamos -dicen los Obispos- a no olvidar el compromiso adquirido con el pueblo, de compartir su destino y buscar concertadamente y de forma integral, con todas las fuerzas vivas de su región, las soluciones a los problemas sociales; a ejercer el poder y la autoridad con espíritu de servicio, moderación, caridad y generosidad, y a aprovechar responsablemente y sin polarizaciones este escenario, para construir la Colombia que soñamos y que todos nos merecemos”.
Finalmente, sintámonos invitados a acompañar esta hora decisiva de nuestros territorios con nuestra oración. Elevemos juntos una plegaria por el bien y el progreso de nuestros pueblos. Acojámonos a la intercesión de Santa Marta, nuestra patrona, mujer de fe y de servicio, amiga de Jesús y servidora de todos.
Mons. José Mario Bacci Trespalacios, cjm
Obispo de Santa Marta y Administrador Apostólico de El Banco